COMPOSICIÓN (I): INTRODUCCIÓN

Esta serie de entradas recogen las enseñanzas de Alan Belkin

https://alanbelkinmusic.com/site/en/

Este gran compositor enfoca su vertiente pedagógica de un modo "general", tal que sirva para cualquier estilo de composición. Nos basaremos en su estilo de enseñar y en sus escritos y manuales que recomiendo fervientemente (en inglés), muchos de ellos de acceso libre. Los ejemplos serán de cosecha propia o buscados por mí mismo.

La enseñanza y el aprendizaje de la composición es muy compleja, ya que abarca muchas disciplinas. Casi siempre los tratados o manuales son descriptivos, pero carecemos de textos que nos guíen sobre cómo utilizar los recursos para obtener buenas composiciones.

Aunque existen multitud de estilos musicales muy diferentes, la mayoría de la música comparte determinadas características formales que influyen notoriamente en cómo se percibe la música. Toda pieza musical necesita de un comienzo efectivo, un desarrollo, transiciones, etc., que deben atraer la atención del que escucha en todo momento.

Hemos de asumir que uno de los objetivos de la música es la comunicación de emociones. Algunos recursos son más efectivos que otros para lograrlo, y muchas veces la diferencia entre una gran obra y otra no tan buena está en que en la segunda hay elementos en la música que distraen o incluso contradicen el objetivo. Y esto ocurre por una mala elección de los recursos.

Otro hecho importante es que el desarrollo y extensión de una obra no es una mera cuestión de duración de la misma. El comienzo, la parte media, el final, tienen requerimientos diferentes y requieren un constante equilibrio entre novedad y variación.

Cuantificar, una herramienta útil. Según apunta Belkin, la mayoría de "composiciones poco satisfactorias" adolecen de alguno de dos defectos posibles:
"Choques": la atención del oyente se deriva hacia algo irrelevante
"Vacíos": la música se vuelve inerte, en un momento que debería llamar la atención
Cuando detectamos uno de estos problemas, lo siguiente es objetivar qué es lo que lo causa: la armonía, la orquestación, el timbre, etc..... Y después "cuantificar" en una escala por ejemplo de 1 a 10 el grado de desajuste que percibimos. De este modo podremos comparar los ajustes que vamos haciendo.

Veamos un ejemplo. En esta frase de 5 compases queremos construir un crescendo.
Para ello hemos colocado una dinámica desde mp hasta forte al final. Sin embargo, el resultado es pobre ("vacío"). Observamos que no hemos aprovechado la armonía, ni la acentuación, ni cambios texturales para este crescendo. Por tanto, siempre aproximadamente, podemos cuantificar este problema como "notable" como 7/10.
Para resolverlo hemos realizado los siguientes cambios:
Acentuación: en el compás 2 y 3 marcamos las dos primeras corcheas repetidas, en el compás 3 y 4 acentuamos primero con tenuto, luego con marcato.
Textura: especialmente en el último compás hemos engrosado la textura añadiendo una voz en la melodía.
Armonía: en el compás 2 añadimos un dominante secundario (E) que actúa como "empuje" hacia el inicio del crescendo. En el penúltimo compás cadencial, se aumenta el ritmo armónico. 



Finalmente, recordar que la composición no es "memorizar fórmulas", sino asimilar cómo cada aspecto de la música influye en el que escucha para alcanzar una meta expresiva concreta.

Comentarios

  1. Muy bueno , espero que sigas con esta serie sobre composición , yo soy un estudiante de música , y tengo conocimiento de armonía y contrapunto , pero no sé cómo aterrizar las ideas y generar toda una obra.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Envía un mensaje.